lunes, 18 de enero de 2016

Omaras 001_18/01/2016

18/01/2016

La naturaleza divina del hombre dota a éste de una energía vital que le deja ser y moverse en un plano denso llamado Tierra, espacio preparado para seres que descienden a este plano y reaccionan a estímulos físicos. La naturaleza divina hace ser al hombre HUMANO y así prevalece la raza que llega a la evolución mas perfecta.
El humano deseoso de alcanzar esa fuente de donde proviene, se mece en una natural corriente que le lleva al desarrollo natural de su ser. Su naturaleza autentica le brinda la ocasión y le da la oportunidad de entrar en el silencio de su capilla para ahí encontrar la llama que vibra y no se apaga. El humano que penetra ahí, deberá seguir manteniendo esa llama siempre viva, acunando en su corazón nobles sentimientos y actuando según los mandatos divinos que le dicta su propia divinidad.
Nadie deberá sorprenderse de este encuentro y cualquier humano que ahí nazca no debe dejarse arrastrar por ninguna otra corriente. Nadará sobre aguas turbias o blancas, movidas o quietas, será guía y guardián de otras cuevas que estén en sus alrededores y así fructificará el fruto de su luz.
El humano de la Tierra no ha sido enviado, ha bajado por decisión propia y ha dejado que su vida sea guiada por la corriente de esa energía de la vida en la que todo se manifiesta por la voluntad divina.
Elegir equivale a libertad, y ahora los humanos que se atan a las cadenas olvidando su libertad, sufren sin necesidad la decisión de su ego.

Cúbrete con el manto y bajo él, en tu cobijo, únete a la luz y una vez sanado sal y reluce siendo libre.