lunes, 18 de mayo de 2015

Omaras 010_18/05/2015

18/05/15

El verdadero conocimiento de las cosas hace al hombre sabio. El sabio es libre, sabe que nada le pertenece pero él pertenece a todo. Nada le puede atar, pero todo está atado de tal forma que nada se puede separar estando y siendo uno. El sentido de la unidad pertenece a quien es y nada ni nadie le puede decir al sabio quien es, porque su sentido le hace saber que la unidad es él, que pertenece a la casa grande y comparte, porque su sentimiento le hace comprender el sentido de la pertenencia. No es dueño de nada y a la vez todo le pertenece porque él es todo. Todo lo absorbe y lo integra en su naturaleza porque es una esponja, así crece y se agranda en su conocimiento, en su bondad y conciencia en fin. Las cosas son meros fines para la consecución de sus metas, la meta la va alcanzando sin apenas darse cuenta de sus logros porque están en la naturaleza el desarrollo y el camino. La pasión se fija en el camino que tiene que recorrer. Sabe de la pasión porque por ella vence la apatía, la desgana o los miedos, las angustias o desesperanzas. El rey se resiste a ser entregado, el rey se resiste a perderse en la nada, mientras no sabe que la nada no existe porque todo es. El rey o ego se manifiesta indiferente y se va, se pierde porque el sabio le sabe hablar y le hace saber que ya ha muerto en su casa. Ha puesto la casa preparada para la verdad, para que more en su casa solo la verdad, y ésta no puede convivir con el ego. La necesidad de manifestarse del ego nace de la ignorancia y solo ahí puede morar. Al sabio le interesa solo la verdad y por ella vive, expresa, se rinde ante ella y deja marchar al ego,


(el ejemplo de los mártires ha provocado en las mentes de algunos seres una gran confusión, y no viendo la verdad se han negado a si mismos ese derecho y se han perdido en una brecha creada por ellos mismos). 

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