24/08/2016
Restableces
la conexión siempre que te abres al dialogo interior con la intención de hallar
en él un sitio cómodo para reposar en el espíritu sagrado, en tu espacio llano
y preparado para que el guerrero se reponga de los duros contratiempos, y así
al regresar a su casa encuentra la luz encendida y el calor del hogar
reconforta tanta dureza. En un mar embravecido nadie puede navegar, debe poner
freno a su vela y dirigir el navío a buen puerto, para dirigirlo y llegar ha de
tener fuerza, seguridad y conocer el destino, a la ventura no se puede navegar
pues has de tener preparadas las herramientas para manejar el navío. Tu destino
es flotar en un agua templada, esas aguas las has de preparar tu, eligiendo el
destino y sabiendo la hora de partir. Todo se te abre en el silencio de tu
corazón, al saber escuchar sabes entender y dar rumbo al navío que de otra
forma se perdería en el inmenso océano. Debes recoger velas y dirigirlo con
otra fuerza, la de tu motor. En este momento hace viento, quizá demasiado y
puedes ir a la deriva si se rompe la vela. Así dirígete con el motor y con fe y
con firmeza endereza esa barca que ahora zozobra por el mar bravío. Las aguas
profundas están en calma y si eres capaz de bucear en ellas hallarás la
claridad y podrás ver otros caminos, otros mundos y otras opciones. Hombre
descubre tu poder y nada te podrá abatir. Eres un capitán y como tal dirige tu
barco y nunca, nunca perecerás por mas que el mar se ponga bravo.