HERMES TRISMEGISTO
Antes de llegar a donde me dirijo
creo que es preciso hacer una pequeña introducción sobre el personaje.
De Hermes se ha dicho que en realidad no existió, que bajo ese nombre
fueron muchos los que escribieron.
Hermes es un nombre genérico como Manú y Buddha (Buda) pues designa
a la vez a un hombre, a una casta y a un Dios. Tu mismo puedes llegar a ser un
Buddha, o sea, alcanzar un estado Búdico. En realidad Buda es el estado de iluminación que alcanzó Siddharta Gautama y entonces pasó a ser conocido como Buda
Gautama y simplificándolo aún mas como Buda. O mas cerca de nuestra
cultura, repito, tu mismo puedes llegar a ser un Cristo o sea, alcanzar un
estado Cristico. ¿Acaso no es obligación de todo buen cristiano el aspirar y
alcanzar el estado de Santidad.?
Como hombre Hermes es el primero, el gran iniciador de Egipto;
como casta, es el sacerdote depositario de las tradiciones ocultas; como Dios
es el planeta Mercurio, asimilado con su esfera a una categoría de espíritus,
de iniciadores divinos; en una palabra: Hermes preside a la región supra-terrena
de la iniciación celeste. En la economía espiritual del mundo, todas esas cosas
están ligadas por secretas afinidades como un hilo invisible.
El nombre de Hermes es un talismán que las resume, un sonido
mágico que las evoca. De ahí su prestigio. Los griegos discípulos de los
egipcios, le llamaron Hermes Trismegisto o tres veces grande, porque era
considerado como rey, legislador y sacerdote. Él caracteriza a una época en que
el sacerdocio, la magistratura y la monarquía se encontraban reunidos en un
solo cuerpo gobernante. La cronología egipcia de Manetón llama a esa
época el reino de los dioses. No había entonces ni papiros ni escritura
fonética, pero la ideografía existía ya: la ciencia del sacerdocio estaba inscrita en jeroglíficos
sobre las columnas y los muros de las criptas. Considerablemente aumentada,
pasó mas tarde a las bibliotecas de los templos. Los egipcios atribuían a Hermes
42 libros sobre la ciencia oculta. La doctrina del Fuego Principio y del Verbo
Luz, encerrada en la Visión de Hermes, será como la cúspide y el centro
de la iniciación egipcia.
Tras esta quizás larga introducción llego por fin a lo que quería
compartir, trataremos ahora de encontrar esta visión de los Maestros, en rosa
mística que se abre en la noche del santuario y en el arcano de las grandes
religiones. Ciertas palabras de Hermes, impregnadas de sabiduría
antigua, son propias para prepararnos a ello. Lo que sigue es la transcripción
de un dialogo entre Hermes y su discípulo Asklepios:
“Ninguno de nuestros pensamientos – dice a su
discípulo Asklepios – puede concebir a Dios, ni lengua alguna puede
definirle. Lo que es incorpóreo, invisible, sin forma, no puede ser percibido
por nuestros sentidos; lo que es eterno, no puede ser medido por la corta regla
del tiempo: Dios es, pues, inefable. Dios puede, es verdad, comunicar a algunos
elegidos la facultad de elevarse sobre las cosas naturales para percibir alguna
radiación de su perfección suprema; pero esos elegidos no encuentran palabras
para traducir en lenguaje vulgar la Visión inmaterial que les ha hecho
estremecer. Ellos pueden explicar a la humanidad las causas secundarias de las
creaciones que pasan bajo sus ojos como imágenes de la vida universal, pero la
causa primera queda velada y no llegaríamos a comprenderla más que atravesando
la muerte.”
Así hablaba Hermes del Dios desconocido, en el pórtico de las criptas.
Los discípulos que penetraban con él en sus profundidades, aprendían a
conocerle como ser viviente.